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No es la primera vez que mi vida da un cambio inesperado. Nací en Guatemala y a los 40 días de nacido mi familia se mudó a Honduras por cuestiones de trabajo, en donde viví la mayoría de mi vida hasta que un día mi familia se cansó de la inseguridad que asechaba lo que una vez fue un tranquilo país y se mudo a Nicaragua. A los pocos meses me vine a Monterrey y me enamoré de sus montañas.

Nunca pensé que la fotografía se volvería mi profesión. A pesar de que me llevaba la cámara a los viajes y disfrutaba  muchísimo jugar con la fotografía, no pasó a ser más que un hobby para mi. Me di cuenta del potencial que tenía cuando estaba de intercambio en Milán y un fotógrafo que fue mi profesor estaba fascinado con mis fotos y me calificó con 100% un ensayo fotográfico. En ese momento me puse a ver las fotos de los demás y descubrí que de verdad tenía un talento para expresarme a travez de la fotografía. Mis imágenes decían algo más, y se podía apreciar el espacio y la atmósfera donde fueron tomadas casi contando una historia. 

 

Cuando empecé a trabajar de supervisor de obra, un año antes de graduarme del Tecnológico de Monterrey​ en Arquitectura, comencé a documentar el trabajó que hacía y cada vez mi ojo se hizo mas sensible a la arquitectura. Y fue a travez de este trabajo que floreció mi pasión por la fotografía arquitectónica. 

Disfruto fotografiar la arquitectura desde un punto de vista humano. Donde mis imágenes no buscan vender la perfección, si no que se esfuerzan por hacerte sentir la escencia y energía de ese lugar. 

Estoy emocionado de estar emprendiendo este proyecto, donde siento que el trabajo no es trabajo y el tiempo se me escurre de las manos. Ansío ver a donde me va a llevar este giro, pero con toda seguridad les puedo decir que estoy disfrutando cada segundo de el camino.

Sinceramente,

Daniel.

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